jueves, 7 de junio de 2012

Tremenda columna para compartir


Actualizado: 06/07/2012 4:02 am
Por: Victor M. Rivera

Fui maestro de música de pre-kinder, kinder, primer grado y segundo grado, y me encantaba. Aunque no puedo negar que salía cansadísimo porque este trabajo es uno que requiere más de lo que cualquiera pueda pensar.

El mes pasado hemos celebrado el día del maestro. Ser maestro no es una profesión, es una vocación y existe una gran diferencia entre ejercer una profesión y seguir una vocación.

Vocación viene del latín ‘vocare’ que significa convocar, ser llamado y cuando uno es convocado o llamado responde con todo su ser. Los maestros estudian pedagogía que es el arte de entender a los niños. En la Antigua Roma, el “pedagogo” era el encargado de ocuparse en forma permanente de los menores en cada familia.

Todos deberían ver al maestro como la persona valiosa que no solamente enseña, sino que cuida, atiende y protege, ya que la función del maestro trasciende el ámbito de la escuela y entra de lleno en la vida personal de sus estudiantes.

Recuerdo una vez, durante un ‘field day’, al final del día, para cerrar la actividad, se hizo una carrera de los padres con sus niños, y una pequeña niña de primer grado de pelo corto y llamada Paula, se me acercó y me preguntó si quería correr con ella, porque sus padres no habían llegado, cuando me dijo eso se le aguaron los ojos y comenzó a llorar. Por supuesto le dije que sí, y no solamente corrí, sino que ganamos la carrera.

El papel importantísimo del maestro es muchas veces desmerecido por la sociedad, se le considera un trabajo sin importancia, un trabajo que puede desempeñar cualquiera aunque haya estudiado otra carrera, un trabajo de alguien que lo tomó porque no tuvo otra opción. Eso no es así, si no hubieran existido maestros no tendríamos médicos, abogados o ingenieros por dar algunos ejemplos.

También el maestro debe hacerse respetar como persona y como profesional, no quedándose solo con lo que aprendió en la universidad, ya que tiene que seguir aprendiendo para poder ejercer en un mundo cambiante y cada vez más conflictivo.

Su tarea no es solamente impartir conocimientos y evaluar en sus estudiantes lo aprendido, sino que es un permanente transmisor de valores, ayudando también en el desarrollo de un correcto lenguaje, tanto hablado como escrito, colaborando siempre en su desarrollo personal como ser social y moral.

En la actualidad el maestro está abocado a la difícil tarea que significa que el niño o el joven encuentre la conexión entre el razonamiento lógico y la conducta que debe mantener para integrarse positivamente en la sociedad.

El siglo XXI nos presenta a los maestros, nuevos y profundos desafíos, tanto sociales como tecnológicos. La forma de responder a ellos es estar consiente que ejercer su vocación no es solo cumplir un horario, agotar el ‘curriculum’ y llenar los planes anuales.

Si nos quedamos solo con lo administrativo, alcanzamos el cumplimiento de esta profesión y la palabra cumplimiento esta compuesta de dos palabras, cumplo y miento.

El verdadero maestro, es el que además de todo eso, se hace inolvidable para los estudiantes, es porque a través de un verdadero compromiso da lecciones de vida, enseña a vivir con dignidad y alegría, dando testimonio con su ejemplo.

¿Dime a qué maestros recuerdas?



@AtencionSapo

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