Yvonne Vargas, Español Quinto y Sexto |
Ser maestro conlleva mucha responsabilidad y dedicación. Año tras año cientos de niños y jóvenes interactúan con sus maestros, pasando con nosotros, muchas veces más tiempo del que pasan con sus propios padres. Es al maestro al que le toca, en un sin número de ocasiones, enseñar los valores que tal vez no sean inculcados en el hogar por falta de tiempo. Es el maestro ese ser especial que siempre está presto a escuchar a sus estudiantes porque sabe que aún lo que pueda parecer trivial, significa mucho para ellos.
Ser maestro es convertirse en el modelo que muchos de nuestros niños han de emular. Es, además, ser un poco como el alfarero que le da forma al barro fresco.
Ser maestro… ¡qué bendición! ¡Qué privilegio!
¡Qué maravilloso saber que Dios, en Su infinita sabiduría y como Maestro por excelencia, nos haya dotado de un talento único, para que con amor y paciencia ayudemos a nuestros muchachos a triunfar!
Amo mi profesión y a cada uno de mis alumnos. Agradezco la oportunidad y el privilegio que tengo de ser parte de sus vidas. Ruego al Dios Todopoderoso que cada día sea yo mejor maestra, que siempre haya en mí el deseo de cuidar, escuchar y amar a cada niño que Él confíe en mis manos y sobre todo, que me libre de marcar negativamente a alguno de ellos.